lunes, 5 de julio de 2010

INTELIGENCIA EMOCIONAL.


En general estamos habituados a considerar que la inteligencia de un individuo esta definida por situaciones genéticas y anatómicas correspondientes a características especiales del cerebro, e influidas en su desarrollo y formación por los estímulos que participan en la adquisición de sus diferentes habilidades para formar finalmente su maduración progresiva, y se manifiesta por calificaciones académicas altas, o por capacidad de resolver en forma muy simple la solución de problemas complejos.

Se establece de acuerdo a esa lógica, que padres inteligentes podrán tener hijos inteligentes y padres con disminución en esa capacidad, tendrán en forma secundaria hijos con pocas expectativas. Pero en la vida real, notamos que esto no se cumple de forma cabal, y ello está condicionado por las situaciones que influyen posteriores a la carga genética.

La cantidad de neuronas (células del cerebro) viene establecida como carga genética, en forma similar a otras características anatómicas compartidas en la familia. Como ejemplo, tipo de cabello o color de piel. Para preservar esas células es necesario cuidar de los factores que puedan dañarlas, y en este caso, es muy importante la cantidad de oxígeno y nutrientes que disponen o carecen en los primeros momentos de la vida como etapa muy importante, o bien en los primeros cinco años de vida en que se establece su maduración.


El aporte de leche materna juega un papel elemental al proporcionar sustancias específicas humanas para la formación de conexiones neuronales. El niño que recibe leche materna de forma más constante y prolongada tiene más posibilidades de desarrollar abundantes y mejores conexiones entre neuronas, en comparación con el que se alimenta de leche industrial o recibe por tiempo limitado la leche materna. Estas conexiones en el futuro, le permitirán una interacción rápida y eficiente en la comunicación y respuestas neurológicas.


Hasta este punto, es lo habitual que conocemos del desarrollo cerebral para favorecer la preparación intelectual y académica de una persona, pero recientemente se ha encontrado que dentro de las influencias que tienen mayor participación en la maduración de las funciones cerebrales superiores, es la presencia y desarrollo de emociones lo que modifica de forma significativa el funcionamiento cerebral.


La inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional, las personas más inteligentes pueden hundirse en los peligros de pasiones desenfrenadas o impulsos incontrolables.
Existen otros factores como la capacidad de motivarse y persistir frente a decepciones, controlar el impulso, regular el humor, evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar, mostrar empatía, etc., que constituyen un tipo de inteligencia distinta a la racional y que influyen más significativamente en el desempeño en la vida, esta es conocida como inteligencia emocional.
En el desarrollo de las especies, los animales inferiores tienen un cerebro primitivo que le permite actuar en forma instintiva, y a diferencia del cerebro humano carecen de toda estructura que les ofrezca la capacidad de funciones cerebrales superiores (lógica, análisis, síntesis, inducciones, deducciones, etc.).
Se conoce que de toda la capacidad cerebral humana se ocupa una pequeña parte, ya que lamentablemente en el transcurso del día se deja que nuestro lado instintivo sea el que responda la mayor parte del tiempo.
Desde muy pequeños, no se nos enseña a analizar y percibir las emociones en cada uno de los actos humanos, y mucho menos a manejar de forma adecuada nuestras frustraciones, para buscar alternativas adecuadas de soluciones viables que fomentan nuestra imaginación y creatividad.


Se conoce que las situaciones emocionales del cerebro primitivo influyen en el funcionamiento del superior por las conexiones existentes y desde temprana edad, los estímulos emocionales agradables, participaran en el desarrollo de sustancias transmisoras (neurotransmisores) a receptores (neuroreceptores) con un patrón específico para un mejor desempeño en funciones cerebrales, y al contrario, aquellos con emociones desagradables tendrán deterioro en la formación o función adecuada. La memoria y el conocimiento se fijan de forma más simple con sentimientos agradables y las sensaciones desagradables, que pueden fijarse en nuestros recuerdos, generalmente se rechazan.
Se comprende luego, que diferentes influencias en momentos especiales favorece a ese desarrollo, como la estimulación con música apropiada desde etapa del vientre materno puede ir influyendo al desarrollo cerebral, el momento del nacimiento bajo condiciones emocionales positivas por personal médico y familiares, las caricias posteriores al nacimiento y mientras se proporciona lactancia, las emociones positivas de los padres durante los primeros años de vida y el poder permitirle al niño ir identificando cada uno de sus sentimientos para que los vaya conociendo y controlando son factores que van moldeando el desarrollo de las funciones cerebrales.


El cuidar el desarrollo emocional de la persona ofrecerá la oportunidad de favorecer su desarrollo integral. Gran parte de la formación de la personalidad está condicionada por antecedentes emocionales en etapas tempranas del individuo. Cada emoción ofrece una disposición definida a la acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.


En el desempeño académico participa de forma significativa la situación emocional, y de forma lamentable nuestros maestros no tienen en su gran mayoría, el conocimiento elemental de estos principios. ¿Cuántos adultos hasta el momento tienen miedo de hacer preguntas, por el antecedente en su infancia de haber sido reprimidos al preguntar lo que no sabían, y de poder someterse a alguna evaluación por temor a su calificación obtenida?; y al contrario, cuántos niños que se les estimula a aprender y conocer mediante preguntas adecuadas o comentarios de halago, además de otras actividades especiales que generen sentimiento de seguridad, confianza y agrado, se sentirán motivados a poner interés en clases y preguntar sin algún temor.


El niño que tiene riesgo elevado de fracaso escolar, conducta irritable, tendencia violenta o comportamiento delictivo, puede ser debido no necesariamente a su potencial intelectual bajo; es muy posible, que tenga un control muy restringido sobre su vida emocional.
En las funciones cerebrales, estos niños tienen escaso control de su función cortical (cerebro superior) sobre sus impulsos límbicos (cerebro inferior) y condicionan que su comportamiento impulsivo y ansioso, desorganizado y problemático, impide las facultades correspondientes a su inteligencia y proporciona dificultad a su aprendizaje. Son niños que en forma clásica no pueden pensar bien por expresar de forma inmediata la conducta del instinto y no del razonamiento.


Las emociones son fundamentales para el ejercicio de la razón. Entre el sentir y el pensar, la emoción guía nuestras decisiones, trabajando con la mente racional y modificando al pensamiento mismo. Del mismo modo, el cerebro pensante desempeña un papel fundamental en nuestras emociones, exceptuando aquellos momentos en los que las emociones se desbordan y el cerebro emocional asume por completo el control de la situación. En cierto modo, tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro funcionamiento vital está determinado por ambos.


Inteligencia Emocional. Esta puede dividirse en dos áreas:
inteligencia intra-personal, como la capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, teniendo acceso a los propios sentimientos, y usarlos como guías en la conducta.
Inteligencia inter-personal, que es la capacidad de comprender a los demás; qué los motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente. Capacidad de reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento y las emociones de los otros.


En el desarrollo de esta inteligencia, participan variados factores, entre los cuales, en esta ocasión proporcionamos algunas recomendaciones a considerar en su aplicación.
Algunos tipos de padres:
Autoritario: ponen normas estrictas que esperan sean obedecidas. Los niños deben mantenerse en su lugar y no los dejan expresar sus opiniones. Son padres que dirigen la familia partiendo de la tradición, poniendo énfasis en la estructura, el control y el orden, todo ello se vuelve una gran carga para el niño.
Permisivo: busca la aceptación y transmitir el mayor aliento posible. No suele fijar límites, no imponen exigencias fuertes, ni metas claras a sus hijos para que se desarrollen de acuerdo a su naturaleza.
Democraticos: equilibran los límites con el ambiente estimulante. Orientan sin controlar, dan explicaciones e implican a sus hijos en las decisiones. Se elogia la competencia y la independencia. Todo ello permite que los hijos crezcan con confianza en ellos mismos, independientes, sociales y con un elevado nivel de inteligencia emocional.


Principios básicos para educar con una disciplina positiva y efectiva.
Establecer límites y reglas claros y atenerse a ellos.
-Dar advertencias y señales al niño cuando comienza a comportarse mal. Es una manera de enseñarles autocontrol.
-Reforzar las buenas conductas con elogios y afecto ignorando las conductas que sólo buscan llamar la atención.
-Educar a los hijos conforme nuestras expectativas.
-Dedicar tiempo para conversar sobre los valores y las normas y por qué estos son importantes. -Saber escuchar en forma activa, exige de los padres que sean capaces de ponerse en el lugar del otro para poder descifrar de manera correcta los mensajes emocionales que hay detrás de las confidencias de sus hijos.
-Escuchar en silencio, pero con atención permite al niño desahogar su frustración y su rabia, sin hacer el menor comentario sobre las manifestaciones emocionales. Con ello se crea una atmósfera emocional, donde el niño se siente comprendido y al mismo tiempo puede encontrar una especie de solución al problema. Cuando se transgrede alguna norma o límite puesto, imponga inmediatamente una consecuencia adecuada y proporcionada.


Por regla general los padres tratan de proteger a los hijos de los problemas. Podemos ayudarlos aún más si decimos la verdad por muy dolorosa que esta pueda ser. Cuando explicamos la situación y detallamos los hechos, ellos aprenden que tenemos la fuerza emocional para examinar y enfrentarnos a las situaciones que sean más o menos difíciles, aprendiendo así mismo que ellos también lo pueden hacer. Es importante y no debemos olvidar lo siguiente: no ocultar los sentimientos, no ocultar los errores, y no temer decirles la verdad.
Una de las cosas más importantes que podemos hacer los padres es alentar al niño a resolver problemas por sí solo. La capacidad de pensar va precedida por la capacidad de resolver problemas eficazmente. El niño aprende esta estrategia por el método clásico, el de la prueba y el error, y con él obtiene experiencia.


En el proceso educativo, los conocimientos no se trasladan de una máquina a otra, como ocurre en las redes de computación. Se traslada, como es obvio, de una persona a otra. Y cada persona es una entidad que tiene un cuerpo y una mente. En esa mente, se producen operaciones intelectuales, pero también hay movimientos emocionales y afectivos, y éstos contribuyen -o perjudican- a la adquisición de conocimientos. Así, el aprendizaje se da no sólo en una dimensión intelectual, sino también en una emocional, afectiva y de relación.


No se puede obligar a aprender, y por eso, motivar es un arte que cubre el espacio que existe entre la capacidad y el aprendizaje, y así si nuestra capacidad es motivada (estimulada) para conseguir un determinado objetivo, se produce el aprendizaje. Sin embargo, si a pesar de poseer capacidad, no recibimos ninguna motivación, bien de nosotros mismos ó bien de otras personas, lo más probable es que no se consiga nada. Entre las formas de motivación, está la del desarrollo personal en donde, a través de la ley del efecto, se considera que adquieren y recuerdan las respuestas que conducen a la satisfacción después de los efectos o resultados. Una respuesta alabada será retenida por más tiempo que una no apreciada o considerada errónea. Otra alternativa a considerar es el ambiente de la clase, con aplicación de cambios en la forma de enseñar y aprender. Con metodologías variadas se hace más ameno y fácil el proceso de formación. Los cambios innovadores, evitan la rutina y aumentan la dedicación al aprendizaje, La tendencia a la rutina, tanto en la enseñanza como en el aprendizaje, aburre, desmotiva y reduce el clima de aprendizaje, y en forma secundaria a la pasividad del alumnado y el aprendizaje memorístico. Entre esos cambios es interesante la participación, que fortalece la posibilidad de alcanzar resultados positivos en el aprendizaje.
Por lo tanto, un profesor que se propone alcanzar la excelencia en su desempeño, debe dominar el arte de estimular la participación: ‘dime, y olvidaré. Muéstrame, y tal vez recuerde. Involúcrame, y aprenderé’.


Hasta aquí solo se han señalado algunos puntos a considerarse en el desarrollo de la inteligencia emocional, pero no debemos dejar de considerar que el desempeño de un niño es dependiente de la relación que existe entre el alumno, familia y la escuela (profesores y compañeros de grupo). Ninguno de estos tres factores, por sí solos, puede garantizar el éxito académico. Pero de particular importancia es la relación que establecen -entre sí- estos tres factores: la relación alumno-profesor, la relación alumno-padres y la relación padres-profesores.
Si el tema ha despertado interés, pueden consultar a su médico o pediatra de confianza, y mejor de ser posible, la orientación por parte del psicólogo.


Dr. Alejandro Vásquez Hernández
Sabinos 410 Col. Reforma
cp 68050 Oaxaca, Oax.
Tel. (01-951) 5134873
E-mail: alevas01@yahoo.com.mx
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