jueves, 18 de marzo de 2010

3 Preguntas básicas en la educación de los hijos





Uno de los grandes retos de los padres, y aún más de los primerizos, es que al llegar sus hijos a la edad en la que comienzan a pedir cosas (juguetes, ropa o paseos especiales), no se cuenta con una estrategia que les ayude a decidir entre ceder o no, ante las demandas de sus hijos.
Algunos optan por negarse a todo, a cualquier tipo de petición; otros, en el extremo opuesto, conceden sin medida, muchas veces usando el argumento de dar lo que quizás no se tuvo en la propia infancia. Y como se sabe, ambos extremos son malos.
Pero entonces, ¿cómo dar a los hijos en la justa medida, sin caer en alguna de las dos posturas anteriores, e igual de peligrosas? ¿Cómo hacer para ser padres justos; ser realmente educadores y fortalecer en ellos el valor de lo bien ganado y el espíritu de reflexión y autocrítica?
Es innegable que cada padre ( como cada hijo) tiene sus propias características y rasgos de personalidad, de pensamiento y decisión, pero una herramienta objetiva, que puede servir a los padres en la educación de sus hijos, y a los hijos en la generación de su autocontrol, reflexión y pensamiento analítico es hacer estas 3 preguntas:
1)¿Realmente lo quieres?
2)¿Lo mereces?
3)¿Es el momento de dártelo o que lo tengas?
1)¿Realmente lo quieres?- Es muy común que los hijos manifiesten querer o desear un sinfín de cosas: desde dulces y golosinas hasta juguetes y objetos, algunos muy costosos (y con los años, estos objetos tienden a ser aún más sofisticados y caros).
Sin embargo, es importante hacer la reflexión con ellos de que con sólo querer a veces no es suficiente. Deben DEMOSTRAR realmente que lo que quieren o desean es objeto de su INTERES REAL Y GENUINO, pues con ello llegará la verdadera valoración de lo solicitado.
Tampoco se trata de que con cada cosa se tenga que hacer una disertación profunda. Simplemente que los hijos aprendan a exponer las razones por las cuales algo les es deseado. Esto ayudará a que comiencen a expresar y verbalizar, incluso ante ellos mismos, sus deseos, analizando sus propios “caprichos” y desechándolos cuando NO haya razones convincentes para sus demandas. Una pregunta que puede acompañar a esta reflexión puede ser: ¿cuánto y qué estás dispuesto a hacer para demostrar que realmente lo quieres? Y posteriormente será importante ver que el objeto deseado no es arrumbado en el cajón de los recuerdos porque esto podrá ser utilizado como argumento, en la próxima ocasión en la que se manifieste el deseo por algo.

2)¿Lo mereces?.- Esta pregunta es válida y ayuda a que los hijos analicen y autoreflexionen sus deseos, y básicamente también puedan defender su punto de vista sobre lo que realmente se han ganado por derecho propio, y no dejar las cosas en el simple ámbito del capricho.
Hacer la pregunta ¿Lo mereces? de manera habitual, nos sitúa en el terreno de la humildad; de reconocer de forma honrada y verdadera si las cosas que deseamos nos las hemos ganado, o si sólo son el resultado de un acto egoísta, muy propio de la infancia, pero que muchas veces repetimos sin descanso, incluso en la edad adulta.
Promover la actitud de que los resultados (que pueden ser tener o conseguir algo) sólo se consiguen luego de un verdadero esfuerzo y no porque así lo decida alguien más, o porque la suerte haya favorecido hará que los niños crezcan en sus propias metas.
Hacer esta pregunta puede significar en los hijos el reto necesario para superar sus propias expectativas de vida; para que se pongan metas cada vez más altas y luchen por alcanzarlas y así, traducir un simple deseo o capricho en una estímulo por lograr superar o superarse así mismo, y aún mejor, que descubrir ellos mismos la satisfacción de lo bien ganado, de la cima alcanzada y entonces, con toda razón decir ¡“sí, lo merezco”!
3.- ¿Es el momento de dárselo? Muchas veces la clave de la educación no está en dar lo que pidan los hijos o si lo merezcan o no, sino el momento en que se les da será lo que marque y haga la gran diferencia. Puede que un niño de 11 años nos pida un automóvil, luego de esforzarse y superarse así mismo en sus calificaciones escolares, pero ¿quién le daría a su hijo un automóvil a esa edad?
Bien, pues para todo siempre hay un momento y es importante reflexionar y hacerlo con los hijos, sobre cuándo es más adecuado de otorgar lo que ellos pidan. Esto incluso podría ayudarles a situarlos en un tiempo y espacio correcto a su edad y sus necesidades.
Una tentación muy grande (para los hijos al pedir, como para los padres al conceder) es que otros niños tengan lo que nuestros hijos piden; sin embargo si la reflexión de que sea el momento apropiado de otorgar algo, no se hace siempre, quizás muchos padres irían en contra de sus principios y fundamentos , en contra de lo que realmente creen y puedan otorgar a sus hijos y terminarían siguiendo una inercia a favor de la corriente impuesta por otros padres al otorgar con ligereza y sin auto mesura bienes no apropiados para la edad.
Finalmente una actitud firme sirve aún más en la educación de los hijos, que sólo conceder por conceder sin la debida precaución y juicio.
En definitiva hacernos estas preguntas y hacerlas a nuestros hijos, no sólo permite fomentar en ellos un pensamiento analítico, reflexivo y autocrítico, sino que generamos en ellos el hábito de hacer consciencia de sus peticiones y demandas.
Los preparamos para ser honestos y francos ante sí y fomentamos en ellos el esfuerzo por conseguir lo que quieren, como un método de vida, en donde incluso lo que no consigan será igualmente educativo, porque será un reto aún mayor y aprenderán de sus resultados adversos y convertirlos en experiencias positivas.
Cabe en este punto, subrayar que para que esto sea realmente beneficioso y dé los resultados que esperamos en los hijos, las 3 reflexiones anteriores deben ser observadas y aplicadas por los padres como parte de una cultura y dinámica de vida constante, sin las ambigüedades de jugar una doble moral, en donde los padres dicen, señalan, aconsejan y limitan, pero no viven de manera coherente y congruente las propias reglas impuestas a los hijos.
La congruencia debe ser un ejercicio constante en los padres: educar haciendo y no diciendo, de lo contrario quedarán desacreditados y desautorizados. No hay que olvidar que son más convincentes las acciones, que las palabras.
Por tanto, haciendo ejercicios de reflexión con los hijos, hará de ellos niños capaces de analizar, autocriticar e incluso verbalizar sus pensamientos, sentimientos y deseos, convirtiéndose en personas RESPONSABLES de sus deseos pero también de sus futuros logros.

Para saber Mas:
1) http://www.healthychildren.org/English/family-life/family-dynamics/pages/Children-and-Prejudice.aspx
2) http://www.healthychildren.org/English/family-life/family-dynamics/Pages/default.aspx
3)http://www.healthychildren.org/english/family-life/work-play/Pages/default.aspx


Dr Alfonso Rodríguez Jaramillo
Coordinador Editorial Nacional de la Revista "Salud y Cuidados del Bebe" de CONAPEME para padres.
Centro Médico Pediátrico Londres
Retorno Venustiano carranza 532 col Flamboyanes
CP 77034
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